Fabiola Ramírez Martínez: Pasión, disciplina y valor dentro y fuera del agua
- Karla Tovar
- 23 jun
- 4 Min. de lectura
La medallista de bronce en Tokio 2020 tiene como objetivo calificar a Los Ángeles 2028
A los 35 años, Fabiola Ramírez Martínez se ha consolidado como una de las atletas paralímpicas mexicanas más destacadas y resilientes de su generación. Originaria de la Ciudad de México, su historia en la Para natación no comenzó con la meta de llegar al podio, sino con el amor y el impulso de su familia, especialmente de su padre, quien se inspiró al ver un reportaje de los Juegos de Atenas 2004. Aquella imagen de medallas, esfuerzo y gloria sembró en él la idea de que su hija también podía lograrlo.

A los 13 años, Fabiola dio sus primeras brazadas en el Centro Paralímpico Mexicano (CEPAMEX), rodeada de referentes como los legendarios Patricia Valle y Juan Ignacio Reyes. Su diagnóstico de artrogriposis múltiple congénita —una condición que requiere ejercicio constante— fue también el punto de partida hacia un camino que no solo implicaría rehabilitación física, sino una transformación profunda que la llevaría al alto rendimiento.
“Por mi discapacidad, siempre la recomendación de los doctores fue hacer ejercicio por el resto de mi vida. Es una enfermedad que no es degenerativa, pero sí es regresiva y por eso tengo que hacer ejercicio constantemente, pero nunca me imaginé que esto me iba a llevar al alto rendimiento, ¿no?, que ahí sí ya es una cosa tremenda en cuanto a la exigencia y todo eso que era algo que yo no dimensionaba”, compartió la medallista en Tokio 2020 en entrevista para el Comité Paralímpico Mexicano (COPAME).
Con el paso del tiempo, la natación pasó de ser una recomendación médica a una pasión. Y como toda pasión genuina, implicó sacrificios, caídas, aprendizajes… y logros extraordinarios. “Yo amo nadar”, dice Fabiola con convicción, y no lo dice a la ligera: lo ha demostrado al combinar con éxito sus entrenamientos con sus estudios universitarios, su trabajo y su vida personal. En ese equilibrio ha encontrado su fórmula para crecer como nadadora y como ser humano.

Su constancia dio frutos en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020, donde conquistó una medalla de bronce en los 100 metros y un 4º lugar en los 50 metros dorso, en lo que ella considera el momento más feliz de su vida deportiva. Pero también reconoce que el aprendizaje más profundo lo vivió en París 2024, donde, se ubicó en 5º lugar, descubrió la importancia de mantenerse fiel a su esencia: combinar el deporte con otras facetas de su vida.
“Mi medalla en Tokio, yo creo que eso ha sido algo que cambió mi vida por completo. Cuando empecé en el mundo del alto rendimiento, sinceramente, no creí que yo pudiera lograr una medalla. Claro que la anhelaba, porque yo creo que es el sueño de todo atleta olímpico o paralímpico que se dedica a esto, es llegar a unos Juegos Olímpicos, Paralímpicos primero, y después quedar dentro de los mejores ocho del mundo, después dentro de los mejores cinco, hasta quedar dentro de los tres primeros mejores del mundo, que es cuando te premian por todo tu esfuerzo, por todo tu trabajo”, aseveró Ramírez Martínez, quien ya ha competido en cuatro ediciones de los Juegos Paralímpicos: Beijing 2008, Río 2016, Tokio 2020, París 2024.
Para Fabiola, ser atleta de alto rendimiento no es sólo nadar bien, es tener disciplina para levantarse cada día a entrenar, valor para enfrentar los retos —externos y personales—, y pasión para seguir adelante, incluso cuando el cuerpo y la mente parecen agotados. Es también saber reconocer el esfuerzo colectivo: el de sus padres, quienes desde la preparatoria le ayudaban a equilibrar la comida, el descanso y la escuela; el de sus entrenadores y compañeros; y el de quienes han creído en ella aún cuando los reflectores no estaban encendidos.

Además de nadadora, Fabiola es abogada. Ha sido miembro titular de la Comisión de Apelación y Arbitraje del Deporte (CAAD) y está por culminar su maestría en Administración Pública y Ciencia Política. Hoy trabaja en un despacho jurídico en defensa de los derechos laborales, especialmente de personas con discapacidad, reafirmando su compromiso no solo con el deporte, sino con la sociedad.
“La Para Natación para mí sería: disciplina, valor, y pasión. Disciplina porque hay que ser constante. Hay que estar ahí todos los días, en la semana, siendo constante, con disciplina, no solo con el deporte, sino también con tu cuerpo, con tu mente, cuidar tus pensamientos, cuidar tu alimentación. Hay que ser valientes para enfrentarse y tener mucho valor para enfrentarse tanto a los desafíos que te pueden llevar al éxito y arriesgarse cuando sabes que tienes el derecho a titubear y puedes caer, pero hay que ser valientes para levantarse y pasión, porque si no haces las cosas de corazón, si no haces las cosas con pasión, con entrega, con convicción, yo creo que no tienes, no solo en el deporte, sino en general en la vida”, destacó la deportista.
Lo que viene para Fabiola no es menor: continúa su preparación rumbo a los Juegos Paralímpicos Los Ángeles 2028, con la energía renovada tras una gran participación en Japón, donde volvió a brillar como el ave fénix, recordando que cada caída enseña, y cada regreso fortalece.
Con una sonrisa que transmite fuerza y humildad, Fabiola suele decir que el éxito no está en no tropezar, sino en seguir caminando con convicción. Y si algo ha demostrado su historia es que, cuando se combina el corazón con la voluntad, no hay límite que el agua no pueda cruzar.
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